Carta de despedida

La experiencia nos dicta que todo cae. A menudo nos preguntamos, cuando ya es demasiado tarde, si las cosas no hubieran podido ser diferentes.

La experiencia nos habla de que sobre el abismo todo cae y que no hay fuerza capaz de evitar la caida una vez se inicia el descenso. Si soltamos una piedra, caerá; al fin y al cabo, ¿quiénes son la piedras para decidir qué hacer?

Veamos un precipicio. En su fondo todo es negro. En sus profundidades se hallan la desesperación, la locura, el horror y la soledad sin fin.

Un millón de piedras reposan caídas el fondo, piedras que en un momento dado brillaron con la luz de un millar de soles. Si subimos la mirada veremos una forma brillante que acaba de ser liberada y que inicia su descenso.

Esta es la historia de una piedra que se preguntó si la Ley no es más bien una pauta general. Nadie le pregunta a una piedra si está dispuesta a volar, porque al hacerlo daría la sensación de estar hablando con una piedra. A veces, hasta las piedras pueden volar, sólo que no muchas se lo proponen.

El joven había determinado poner fin a su antigua vida, y este proceso empezaba con un sencillo acto.

Salió de su buhardilla y comenzó a bajar hacia el puerto de su ciudad, el cual viera a lo largo de su historia innumerables portentos, desde la vuelta al mundo a guerras sin fin; historias de amor y tristes desenlaces. Hoy vería el nacer de una nueva vida a partir de los restos humeantes de otra.

La forma comenzó a bajar. Pero a veces bajar no es más que subir visto desde otro punto de vista.

Aviso para navegantes:  La 1ª parte de esta historia la encontrareis aqui:
http://timeofblues.blogspot.com.es/2012/12/final-del-camino.html