Saliendo del McGreevys se podría decir que empezó lo bueno, acababa de salir del pub en que celebrabamos que por fin hubiese ido a visitar Irlanda, la verdad es que lo deseaba desde hacía mucho, desde que cumplí los 18, hace cuatro años.
Recién salíamos del grandioso, enorme, y sobre todo lleno pub donde, a base de pintas y más pintas de Beamys habíamos pasado una gran noche, yo ya estaba con la puntilla perfecta, pero un traicionero chupito de whisky escocés me hizo perder el control, algo que, por otra parte, había ido a buscar. Pues eso, salimos a eso de las 2 de McGreevys y se nos unieron unos de la uni de Dublín, unos 20, amigos de mi querido Sergi, amigo mío de la infancia cuya familia irlandesa le valió un billete de ida a las verdes tierras de habla Èire nada más acabar el bachillerato.
Cabrón con suerte.
Nos presentaron rápidamente y fuimos de fiesta, a buscar marcha y algo más de esa magnifica cerveza.
Pasaron muchas cosas esas noches, de algunas me acuerdo, como el vomito de
Willy Scuggins tras intentar impresionar auna chica que habia sido su novia o algo asi; de otras cosas nohay mas que un gran vacio en mi mente; y otras simplemente son demasiado avergonzantes como para escribirlo.
Y de esa forma, tras una noche brutal y tras saborear con cada fibra, cada nervio de mi alma y de mi cuerpo un paraiso teñido de verde y fuego, me rendi a la entropia natural del universo y repose.
A la mañana siguiente me desperté con miedo por saber si seguía entero tras una noche como la pasada, pero una vez vi que no tenía resaca salí de la cama para reconstruir, juntar y reunir los esquivos recuerdos de la noche anterior, aunque preferí no mirar mi Face, pues mi fama me precede en lo que a fotos vergonzosas se refiere.
Abro la puerta y ¿que me encuentro?
Pues nada más y nada menos que la bonita alfombra que cubre el suelo; mierda, me acabo de tropezar con una botella de Bourbon medio vacia. Me levanto renqueante para observar el estado de la casa, una visión desoladora.
Aún queda gente tirada en el sofá, haciendo cola para pasar a los brazos de Morfeo (los de Baco estaban con overbooking). Voy andando hacia el baño y de repente oigo algo detrás mío. Es Sergi, que se levanta de un charco de *indefinido*, con la espalda llena de rotulador y carmín en la mejilla.
-¡Por fin ha despertado este cabrón del IRA!- Me dice con la alegría y la jovialidad de los amigos que se reencuentran y no con la calma resacosa de los que han pasado una noche de fiesta.-¡Que jodío tu! Tan soso que parecías y mírate, en Irlanda y resacoso.
Nos miramos serios por un momento, sin gracia; pero no podemos, nos reímos una y otra vez, por los momentos vividos y por los que no. Nos reímos por el reencuentro y, en mi caso, por estar en la jodida Irlanda,un sueño hecho realidad. Nos reímos porque por fin nos volvemos a ver y porque queremos ver qué sabemos que el otro no sepa sobre los vergonzosos actos que pudimos cometer. "Vergonzosos e ilegales", me rectifico, recordando de forma fugaz un suceso relacionado con unos cubos de basura recién vaciados y una cuesta que acabábamos de subir de camino a la casa de Sergi, donde trasladamos la fiesta a eso de las dos y media, hartos de no encontrar nada abierto.
A medida que avanza la mañana y la gente se despierta, Sergi los despide, a veces enérgicos y despiertos, otros medio dormidos, otros sumamente avergonzados. Yo estoy de pie sin más, despidiéndome con breves y mal pronunciadas frases de un inglés completamente diferente al que aprendimos en nuestros colegios del Sur de Europa.
Vuelvo a mi cama, en la habitación de invitados, y me tumbo. "Menos mal que no están los padres de Sergi." Me digo a mí mismo pensando en cómo está la casa y en lo que aún no hemos visto. Así de primeras el imposible baño que más que una limpieza necesita un exorcismo.
Siento algo en la espalda, es un papel en el que hay escrito un movil y un nombre, Evanna.
Evanna, nada más verlo lo recuerdo, la chica más bella de entre todas, preciosa, inteligente, irlandesa. Estuvimos hablando toda la noche, de todo, de qué me parecía Irlanda, de cuánto iba a estar, de si le gustaba la televisión, sus escritores y autoras favoritas, cine, música, alcohol, gente, fiesta, viajes, si tenía novio o si no; de su familia y de la mía. un paraiso teñidobde verde y fuego. La mejor noche de la historia.
Hasta que en un momento dado...
En un momento dado...
Momento dado...
Mierda.
Recién salíamos del grandioso, enorme, y sobre todo lleno pub donde, a base de pintas y más pintas de Beamys habíamos pasado una gran noche, yo ya estaba con la puntilla perfecta, pero un traicionero chupito de whisky escocés me hizo perder el control, algo que, por otra parte, había ido a buscar. Pues eso, salimos a eso de las 2 de McGreevys y se nos unieron unos de la uni de Dublín, unos 20, amigos de mi querido Sergi, amigo mío de la infancia cuya familia irlandesa le valió un billete de ida a las verdes tierras de habla Èire nada más acabar el bachillerato.
Cabrón con suerte.
Nos presentaron rápidamente y fuimos de fiesta, a buscar marcha y algo más de esa magnifica cerveza.
Pasaron muchas cosas esas noches, de algunas me acuerdo, como el vomito de
Willy Scuggins tras intentar impresionar auna chica que habia sido su novia o algo asi; de otras cosas nohay mas que un gran vacio en mi mente; y otras simplemente son demasiado avergonzantes como para escribirlo.
Y de esa forma, tras una noche brutal y tras saborear con cada fibra, cada nervio de mi alma y de mi cuerpo un paraiso teñido de verde y fuego, me rendi a la entropia natural del universo y repose.
A la mañana siguiente me desperté con miedo por saber si seguía entero tras una noche como la pasada, pero una vez vi que no tenía resaca salí de la cama para reconstruir, juntar y reunir los esquivos recuerdos de la noche anterior, aunque preferí no mirar mi Face, pues mi fama me precede en lo que a fotos vergonzosas se refiere.
Abro la puerta y ¿que me encuentro?
Pues nada más y nada menos que la bonita alfombra que cubre el suelo; mierda, me acabo de tropezar con una botella de Bourbon medio vacia. Me levanto renqueante para observar el estado de la casa, una visión desoladora.
Aún queda gente tirada en el sofá, haciendo cola para pasar a los brazos de Morfeo (los de Baco estaban con overbooking). Voy andando hacia el baño y de repente oigo algo detrás mío. Es Sergi, que se levanta de un charco de *indefinido*, con la espalda llena de rotulador y carmín en la mejilla.
-¡Por fin ha despertado este cabrón del IRA!- Me dice con la alegría y la jovialidad de los amigos que se reencuentran y no con la calma resacosa de los que han pasado una noche de fiesta.-¡Que jodío tu! Tan soso que parecías y mírate, en Irlanda y resacoso.
Nos miramos serios por un momento, sin gracia; pero no podemos, nos reímos una y otra vez, por los momentos vividos y por los que no. Nos reímos por el reencuentro y, en mi caso, por estar en la jodida Irlanda,un sueño hecho realidad. Nos reímos porque por fin nos volvemos a ver y porque queremos ver qué sabemos que el otro no sepa sobre los vergonzosos actos que pudimos cometer. "Vergonzosos e ilegales", me rectifico, recordando de forma fugaz un suceso relacionado con unos cubos de basura recién vaciados y una cuesta que acabábamos de subir de camino a la casa de Sergi, donde trasladamos la fiesta a eso de las dos y media, hartos de no encontrar nada abierto.
A medida que avanza la mañana y la gente se despierta, Sergi los despide, a veces enérgicos y despiertos, otros medio dormidos, otros sumamente avergonzados. Yo estoy de pie sin más, despidiéndome con breves y mal pronunciadas frases de un inglés completamente diferente al que aprendimos en nuestros colegios del Sur de Europa.
Vuelvo a mi cama, en la habitación de invitados, y me tumbo. "Menos mal que no están los padres de Sergi." Me digo a mí mismo pensando en cómo está la casa y en lo que aún no hemos visto. Así de primeras el imposible baño que más que una limpieza necesita un exorcismo.
Siento algo en la espalda, es un papel en el que hay escrito un movil y un nombre, Evanna.
Evanna, nada más verlo lo recuerdo, la chica más bella de entre todas, preciosa, inteligente, irlandesa. Estuvimos hablando toda la noche, de todo, de qué me parecía Irlanda, de cuánto iba a estar, de si le gustaba la televisión, sus escritores y autoras favoritas, cine, música, alcohol, gente, fiesta, viajes, si tenía novio o si no; de su familia y de la mía. un paraiso teñidobde verde y fuego. La mejor noche de la historia.
Hasta que en un momento dado...
En un momento dado...
Momento dado...
Mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario